En defensa de la llovizna

¿De qué se escribe cuando uno no sabe sobre qué escribir?, cuando parece que el vacío es todo lo que existe y va a existir. Cuando esa tristeza que creías que tenía un fondo vuelve a ser inagotable. Siento que he pasado un tiempo corriendo sin parar, yendo de un lado a otro como una maniática insoportable que inicia proyectos que jamás concluye. Y ahora que tengo tiempo de frenar y mirarme las manos, parece que el universo con su eterna totalidad se me viene encima un lunes a las tres de la tarde. Siquiera comprendo por qué estoy tan cansada.

Uno de mis aprendizajes más puros del año pasado fue comprender que la vida te ofrece luz y oscuridad siempre en la misma medida. La realidad es que mi vida es tan luminosa que las tinieblas pegan fuerte y no sé a dónde esconderme para apaciguar la tormenta. En las palabras, me respondo. Pero de qué se escribe cuando uno no sabe qué escribir.

Me gusta que enero esté repleto de tormentas. Ya perdí la cuenta de las veces que llovió en Córdoba este mes. Hay quienes dicen que las fuerzas del cielo nos están castigando pero yo creo que la naturaleza y es fuerte y sabia. Y que por algo llueve. Y yo aprovecho y diluvio también.